Vivimos en una era de abundancia energética. A diario, muchas personas consumen más calorías de las que su cuerpo necesita, en forma de comidas densas en energía pero pobres en nutrientes reales. Este exceso calórico constante no solo contribuye al aumento de peso, sino que deteriora uno de los sistemas más fundamentales del cuerpo: su capacidad para detectar, interpretar y responder a los nutrientes.
El problema no está solo en lo que comemos, sino en cómo el exceso mantenido de energía interfiere con los sensores celulares como la insulina, la leptina, el eje mTOR y AMPK. Esta situación se traduce en un estado de resistencia metabólica, donde el cuerpo no “escucha” adecuadamente las señales que antes usaba para autorregularse.
Cómo el exceso calórico afecta la sensibilidad metabólica
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Resistencia a la insulina: los niveles crónicamente elevados de glucosa e insulina reducen la sensibilidad de los receptores celulares, dificultando la entrada de glucosa en las células y promoviendo el almacenamiento excesivo de grasa.
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Resistencia a la leptina: el aumento de grasa corporal incrementa la leptina circulante, pero el cerebro deja de responder, lo que favorece la sobrealimentación y perpetúa el círculo vicioso.
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Activación crónica de mTOR: demasiados nutrientes estimulan permanentemente esta vía, impidiendo la autofagia y el reciclaje celular.
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Inhibición de AMPK: el estado energético alto bloquea la activación de este sensor clave del equilibrio energético y la reparación celular.
Todo esto genera un entorno metabólico en el que las células pierden su capacidad de interpretar el contexto nutricional real, lo que acelera el envejecimiento y favorece enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la obesidad y el síndrome metabólico.
¿Por qué ocurre esto con el envejecimiento?
Con la edad, el metabolismo se ralentiza, la actividad física suele disminuir y las necesidades energéticas cambian. Sin embargo, muchas personas mantienen patrones alimentarios como si sus cuerpos siguieran en la juventud, lo que lleva a una sobrecarga energética silenciosa pero persistente.
Además, el tejido graso tiende a acumularse en zonas metabólicamente activas (como el abdomen), donde libera citocinas proinflamatorias que amplifican la resistencia a la insulina y otros desajustes metabólicos.
Cómo revertir este estado de “ruido metabólico”
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Reducir el consumo de calorías vacías: evitar azúcares añadidos, ultraprocesados y grasas trans.
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Priorizar alimentos densos en nutrientes, ricos en fibra, polifenoles y ácidos grasos saludables.
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Establecer horarios de comida definidos: evitar comer constantemente activa de forma crónica los sensores metabólicos.
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Implementar ayunos intermitentes o restricción calórica leve, estrategias que han demostrado restaurar la sensibilidad a los nutrientes.
Apoyo desde Sevens para restaurar la respuesta celular
El uso estratégico de suplementos puede ayudar a modular este entorno:
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Cúrcuma BIO Sevens: la curcumina puede reducir la inflamación del tejido adiposo y mejorar la sensibilidad a insulina y leptina.
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Omega 3 Sevens: su capacidad antiinflamatoria es útil para combatir la resistencia metabólica inducida por el exceso calórico.
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Magnesio Sevens: participa en la activación de AMPK y mejora la eficiencia del metabolismo energético, siendo clave en contextos de sobrecarga energética.
Conclusión
El exceso de calorías no solo es una cuestión de peso, sino de interferencia metabólica profunda. Con el tiempo, esta sobrealimentación silenciada daña la maquinaria que regula cómo nuestro cuerpo responde a los nutrientes, acelerando el envejecimiento. Adoptar una dieta más inteligente, junto con suplementos estratégicos como los de Sevens, permite restaurar el equilibrio y devolver claridad al diálogo metabólico interno, clave para una longevidad funcional.