La microbiota intestinal —el ecosistema de billones de bacterias que habita en nuestro tracto digestivo— no solo participa en la digestión de alimentos, sino que también cumple una función crítica como intermediario en la detección y señalización de nutrientes. Este “órgano invisible” influye en el metabolismo, la inflamación, la inmunidad y, cada vez más claro, en cómo nuestras células interpretan la presencia de energía y nutrientes.
Con el paso del tiempo, cambios en la dieta, el uso de medicamentos, el estrés y el envejecimiento deterioran la diversidad y funcionalidad de esta microbiota. Esta alteración, conocida como disbiosis, compromete nuestra capacidad para procesar los alimentos adecuadamente, altera la producción de metabolitos clave y distorsiona las señales que regulan el apetito, la insulina y la inflamación.
Microbiota y metabolismo: una red de comunicación constante
Las bacterias intestinales producen una gran cantidad de metabolitos bioactivos que funcionan como señales para todo el organismo. Entre ellos destacan:
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Ácidos grasos de cadena corta (SCFAs) como el butirato, que mejoran la sensibilidad a la insulina y modulan la inflamación.
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Indoles, derivados del triptófano, que afectan la función de la barrera intestinal y la respuesta inmune.
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Polisacáridos bacterianos, que activan receptores metabólicos como AMPK o PPARγ.
Cuando la microbiota se encuentra en equilibrio, favorece una respuesta eficiente a los nutrientes. Pero cuando predomina la disbiosis, se genera un entorno inflamatorio y metabólicamente disfuncional, lo que interfiere con la detección normal de señales nutricionales.
El envejecimiento y la pérdida de diversidad microbiana
En personas mayores, la microbiota suele volverse menos diversa y más propensa a especies inflamatorias. Esto se asocia con:
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Reducción en la producción de SCFAs beneficiosos.
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Mayor permeabilidad intestinal ("intestino permeable").
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Activación del sistema inmune innato e inflamación crónica de bajo grado.
Estas alteraciones afectan directamente la forma en que el cuerpo responde a los alimentos, reduce la eficiencia en la utilización de nutrientes y promueve desequilibrios como la resistencia a la insulina, la obesidad visceral o la sarcopenia.
Cómo nutrir la microbiota para mejorar la detección de nutrientes
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Dieta rica en fibra vegetal, que alimenta a las bacterias beneficiosas.
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Consumo regular de alimentos fermentados, como kéfir, chucrut o kombucha.
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Reducción del consumo de azúcares simples y ultraprocesados, que alimentan especies patógenas.
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Uso inteligente de suplementos probióticos y prebióticos (cuando está indicado y bajo supervisión).
Apoyo desde la línea Sevens
Aunque Sevens no incluye probióticos como tal, varios de sus productos pueden apoyar indirectamente la salud de la microbiota y mejorar la respuesta metabólica:
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Omega 3 Sevens: modula la inflamación intestinal y favorece un entorno más estable para las bacterias beneficiosas.
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Cúrcuma BIO Sevens: la curcumina tiene efectos prebióticos documentados y puede mejorar la permeabilidad intestinal, reduciendo la inflamación crónica.
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Magnesio Sevens: se ha relacionado con la regulación del tránsito intestinal y la mejora del entorno digestivo, especialmente en personas con estrés crónico o dietas bajas en vegetales.
Conclusión
La microbiota intestinal es un nodo de control central en la detección de nutrientes y la regulación del metabolismo. Mantener su diversidad y equilibrio es clave para sostener la salud metabólica y la longevidad. A través de una alimentación basada en plantas, hábitos conscientes y el apoyo de suplementos como los de Sevens, podemos recuperar la comunicación perdida entre el intestino y el resto del organismo, favoreciendo una nutrición más eficiente, una inflamación controlada y un envejecimiento más saludable.