El envejecimiento celular no ocurre de forma aislada. Diversos procesos interrelacionados se potencian entre sí, creando un círculo vicioso que acelera el deterioro funcional del organismo. Entre ellos, la interacción entre estrés oxidativo y mal plegamiento proteico ocupa un lugar central.
Las especies reactivas de oxígeno (ROS), comúnmente conocidas como radicales libres, son subproductos naturales del metabolismo celular. En cantidades controladas, cumplen funciones señalizadoras importantes. Sin embargo, cuando su producción supera la capacidad antioxidante del organismo —algo que ocurre cada vez más con la edad— se genera estrés oxidativo, un desequilibrio que daña lípidos, ADN y, en particular, proteínas.
¿Qué ocurre cuando las proteínas sufren daño oxidativo?
El daño oxidativo a las proteínas puede provocar:
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Cambios estructurales que alteran su función biológica.
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Exposición de regiones hidrofóbicas que favorecen su agregación.
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Pérdida de solubilidad, lo que impide su correcto reciclaje.
Este tipo de alteraciones interfiere con el equilibrio de la proteostasis, llevando a la acumulación progresiva de proteínas dañadas o mal plegadas. Estas proteínas disfuncionales son tóxicas para la célula, sobre todo cuando se agrupan en estructuras resistentes a la degradación. Se ha demostrado que este proceso está involucrado en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, donde los depósitos de beta-amiloide y tau son ejemplos paradigmáticos de proteínas mal plegadas y oxidadas.
La acumulación de proteínas mal plegadas no es solo un subproducto del envejecimiento. Es un motor del mismo. Al alterar la comunicación intracelular, inducir inflamación y bloquear el reciclaje celular, estas proteínas aceleran el desgaste de los tejidos y contribuyen a la pérdida de función orgánica.
Cómo contrarrestar esta combinación desde la nutrición y la suplementación
La literatura científica ha identificado estrategias para reducir el impacto del estrés oxidativo sobre las proteínas y mejorar su estabilidad funcional:
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Aumentar la capacidad antioxidante endógena, protegiendo las proteínas frente al daño oxidativo.
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Favorecer el correcto plegamiento de proteínas, reduciendo su vulnerabilidad al estrés.
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Estimular la degradación de proteínas oxidadas, mediante activación de la autofagia o el proteasoma.
Algunos nutrientes y compuestos bioactivos que han demostrado utilidad en este contexto son:
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Selenio y zinc, ambos presentes en Multivitaminas Sevens, participan en la síntesis de enzimas antioxidantes como la glutatión peroxidasa y la superóxido dismutasa, fundamentales para neutralizar radicales libres.
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Omega-3 de origen vegetal, como los presentes en Omega 3 Sevens, modulan la inflamación y reducen indirectamente la producción de ROS en las mitocondrias.
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Magnesio, disponible en Magnesio Sevens, es un cofactor que mejora la eficiencia metabólica, reduciendo la producción de radicales libres y favoreciendo la regeneración celular.
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Curcumina, el principio activo de la Cúrcuma Sevens, actúa como antioxidante directo y como modulador de rutas antioxidantes endógenas, como la vía Nrf2.
Más allá de los suplementos: estilo de vida y alimentación como factores protectores
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Una dieta rica en frutas, vegetales, nueces y semillas aporta polifenoles, carotenoides y vitaminas antioxidantes (como C y E) que reducen la oxidación proteica.
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La actividad física moderada estimula la producción de enzimas antioxidantes y mejora la función mitocondrial, reduciendo la generación de ROS.
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El manejo del estrés psicológico, el sueño reparador y la exposición controlada a contaminantes ambientales también contribuyen a reducir la carga oxidativa sistémica.
Conclusión
La interacción entre estrés oxidativo y proteínas mal plegadas no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un proceso que puede modularse con estrategias adecuadas. Una nutrición rica en antioxidantes, el uso de suplementos estratégicos y hábitos que favorezcan la homeostasis redox pueden contribuir a mantener la integridad proteica y proteger nuestras células del deterioro acelerado. En última instancia, este enfoque integral representa una vía efectiva para promover un envejecimiento más saludable, funcional y libre de las consecuencias del daño acumulativo.