El bienestar estructural no se siente... hasta que se pierde.
El cuerpo humano es una máquina extraordinaria, pero como toda estructura, necesita cimientos sólidos. Los huesos y los músculos no solo permiten el movimiento: son la base sobre la que se construye la vitalidad, la postura, el equilibrio y la prevención de lesiones. Sin embargo, factores como la edad, el sedentarismo, la exposición solar limitada o una dieta desequilibrada pueden comprometer su fortaleza silenciosamente.
Entre los nutrientes más relevantes para proteger y optimizar esta base estructural destacan dos: la vitamina C y la vitamina D3. Ambas actúan en rutas distintas pero complementarias, y hoy sabemos que su aporte adecuado puede marcar una gran diferencia en la salud musculoesquelética, especialmente a partir de los 35-40 años.
Vitamina C: mucho más que inmunidad
Conocida sobre todo por su papel en la defensa inmunológica, la vitamina C (ácido ascórbico) es esencial para la síntesis de colágeno, una proteína clave en tejidos como el cartílago, los tendones, los ligamentos y la piel.
Su función va más allá de “producir colágeno”. Participa en:
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La activación de las enzimas lisil- e hidroxilasa, que estabilizan las fibras de colágeno.
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La protección frente al estrés oxidativo, al neutralizar radicales libres que degradan las fibras estructurales.
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La regeneración tisular, en procesos de reparación y mantenimiento articular.
Según la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), está autorizado declarar que “la vitamina C contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de los cartílagos, huesos y piel”. Esto convierte su suplementación en una herramienta real para sostener la salud estructural a largo plazo.
Vitamina D3: huesos fuertes, músculos activos
La vitamina D3 (colecalciferol) es una hormona liposoluble que regula el metabolismo del calcio y fósforo, dos minerales fundamentales en la mineralización ósea. Pero sus efectos van más allá del esqueleto:
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Favorece la absorción intestinal de calcio y su depósito en el hueso.
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Contribuye a la función muscular, reduciendo el riesgo de caídas y pérdida de masa muscular en adultos.
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Participa en la señalización celular y en el tono neuromuscular, lo que influye directamente en la coordinación y la fuerza.
También en este caso, la EFSA autoriza afirmar que “la vitamina D contribuye al mantenimiento de huesos y dientes normales y a la función muscular normal”, lo que refuerza su rol en el mantenimiento de la estructura y rendimiento físico con el paso del tiempo.
Una combinación inteligente para la longevidad funcional
Ingerir ambas vitaminas de forma regular puede tener un impacto relevante en:
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La resistencia del cartílago frente al desgaste.
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La elasticidad de tendones y ligamentos.
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La prevención de fracturas y debilidad muscular en adultos activos.
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El envejecimiento saludable del sistema musculoesquelético, sin recurrir a tratamientos farmacológicos innecesarios.
Esta combinación es especialmente recomendable para personas:
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Mayores de 40 años, con pérdida gradual de masa ósea y muscular.
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Con baja exposición solar (otoño/invierno, trabajo en interiores).
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Con baja ingesta de frutas, verduras o pescado graso.
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Que practican deporte y desean mantener articulaciones resistentes.
¿Dónde encontrarlas de forma eficaz?
Aunque pueden obtenerse de la dieta, la biodisponibilidad y la constancia del consumo son factores clave. Por ello, su inclusión en suplementos bien diseñados resulta conveniente. En fórmulas como la propuesta por Sevens, vitamina C y D3 se integran junto a otros nutrientes como glucosamina, MSM o condroitina, lo que permite cubrir distintas dimensiones del bienestar articular y muscular desde un solo producto.
El formato en comprimidos recubiertos, junto a dosis que alcanzan el 100 % del Valor de Referencia de Nutrientes (VNR) para ambas vitaminas, garantiza una ingesta efectiva y segura dentro del marco legal europeo.
Consejos prácticos
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Momento ideal de consumo: por la mañana o al mediodía, junto con alimentos que contengan algo de grasa (aceite de oliva, frutos secos, yogur), para mejorar la absorción de la vitamina D3.
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Constancia: mantener la ingesta diaria durante al menos 2-3 meses para notar beneficios estructurales.
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Sinergia con el movimiento: acompañar la suplementación con ejercicios de fuerza y movilidad articular para estimular la mineralización y la síntesis de colágeno de forma natural.
Conclusión
Fortalecer huesos, músculos y cartílagos no es una preocupación solo para personas mayores. Es una estrategia preventiva inteligente para quien desea mantener una vida activa, ágil y sin limitaciones. Las vitaminas C y D3 representan una base nutricional indispensable en ese camino, y fórmulas como la desarrollada por Sevens las combinan de forma óptima para quienes buscan rendimiento, longevidad y bienestar estructural.
En el próximo artículo abordaremos un desafío cada vez más común:
Cómo aliviar el dolor articular y mejorar la movilidad cuando ya han aparecido las molestias.