En la compleja orquesta que regula cómo nuestro cuerpo detecta y responde a los nutrientes, las hormonas leptina y grelina actúan como dos voces clave: una que apaga el hambre (leptina) y otra que la estimula (grelina). Este sistema hormonal de regulación del apetito y la saciedad es fundamental para mantener un peso corporal saludable y una correcta utilización de la energía. Sin embargo, con el envejecimiento, este sistema puede volverse disfuncional, alterando la forma en que percibimos la necesidad de comer y cómo utilizamos los nutrientes disponibles.
Este desajuste no solo contribuye al sobrepeso o la pérdida de masa muscular, sino que afecta la eficiencia metabólica general, generando una desconexión entre lo que comemos, lo que sentimos y lo que nuestras células realmente necesitan.
Leptina: la hormona de la saciedad que pierde eficacia
La leptina es secretada por las células grasas y actúa como una señal de “suficiencia energética”. Cuando hay suficiente grasa almacenada, los niveles de leptina aumentan y el cerebro reduce el apetito. Sin embargo, con el tiempo —y en especial en contextos de sobrepeso crónico o envejecimiento— se puede desarrollar una resistencia a la leptina, en la que el cerebro no responde adecuadamente a esta señal.
Esto provoca un círculo vicioso:
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Se sigue comiendo a pesar de tener reservas suficientes.
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Aumenta el tejido graso.
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Se perpetúa la inflamación de bajo grado.
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Se pierde sensibilidad a otras señales metabólicas, como la insulina.
Grelina: el impulso del hambre que también cambia con los años
Por otro lado, la grelina es conocida como la “hormona del hambre”. Se produce en el estómago y envía señales al cerebro para estimular el apetito, especialmente cuando el estómago está vacío.
En personas mayores o con desequilibrios metabólicos, se ha observado que los niveles de grelina pueden:
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Aumentar desproporcionadamente, favoreciendo una alimentación emocional o excesiva.
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O, por el contrario, disminuir en casos de desnutrición o sarcopenia, provocando pérdida del apetito y de masa muscular.
Estos cambios dificultan la autorregulación de la ingesta, lo que hace que los extremos (obesidad o desnutrición) sean más comunes con la edad.
Cómo restaurar el equilibrio entre leptina y grelina
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Dormir bien: el sueño inadecuado desregula la producción de ambas hormonas.
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Hacer ejercicio regular: mejora la sensibilidad a la leptina y reduce la sobreproducción de grelina.
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Evitar azúcares simples: su consumo frecuente desregula estas señales hormonales.
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Comer con atención (mindful eating): ayuda a reconectar las sensaciones de saciedad reales.
Apoyo desde la suplementación Sevens
Los productos de Sevens pueden contribuir a mejorar el entorno hormonal que regula el apetito:
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Omega 3 Sevens, gracias a su acción antiinflamatoria, puede ayudar a mejorar la sensibilidad a la leptina al reducir la inflamación del tejido adiposo, un factor clave en la resistencia a esta hormona.
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Magnesio Sevens participa en la regulación del sistema nervioso y en la síntesis hormonal, favoreciendo una mejor respuesta a las señales de saciedad.
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Cúrcuma BIO Sevens puede contribuir a reducir la inflamación sistémica que interfiere con la señalización hormonal del eje hambre-saciedad.
Conclusión
Leptina y grelina son dos hormonas esenciales para mantener el equilibrio entre la ingesta de alimentos y el estado nutricional del cuerpo. Cuando estas señales se ven alteradas —como ocurre frecuentemente con la edad—, se pierde la conexión entre lo que necesitamos comer y lo que realmente consumimos. Con una combinación de nutrición adecuada, hábitos saludables y el soporte de suplementación Sevens, es posible restaurar este diálogo hormonal y recuperar una regulación inteligente del metabolismo, el hambre y la longevidad.